lunes, 25 de junio de 2012

La educación vista por Mafalda...

Pensamiento creativo


 
       
      De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, “creatividad” significa la “facultad de crear”, en el tanto el Diccionario Vox la define como “la aptitud para crear o inventar”. Esta definición concuerda con lo que dice Cropley (2001), quien opina que la definición de creatividad no se debe limitar a un simple conjunto de procesos, sino que hay que tomar en cuenta a la persona envuelta, su conocimiento previo, su contexto social, ocupacional y educacional, además de sus metas y motivaciones.

 
        En este sentido, Cropley (2001) en su texto hace referencia a una variedad de conceptos sobre lo que representa la creatividad, sin embargo, coincide en un eje fundamental que es el fomento de las habilidades de aprendizaje individuales y todos aquellos aspectos que ayudan a que este proceso se realice. Definitivamente la creatividad es una condición sine qua non a los humanos, desde los hombres y mujeres de las cavernas se puede observar el desarrollo y la evolución del talento creativo, de ahí que el acto creativo supone supone la transformación del medio con intencionalidad para dar optimización a la calidad de vida de acuerdo con un sistema de valores, principios de vida, proyectos personales, sistema de creencias, tradiciones y mitos.

 
      Ahora bien, se ha demostrado cómo en tiempos de cambio los sectores económicos miran hacia las universidades y les delegan la responsabilidad de formar a la persona educada que necesitan en el mundo del trabajo, en donde la creatividad debería ser uno de los resultados por esperarse de la educación superior para dar aporte significativos a su entorno, esto se respalda con la teoría de Cropley (2001) quien planteó que las personas creativas poseen una mentalidad amplia, flexibilidad, tolerancia, apertura autoconfianza, una gran capacidad de interacción social, coraje, deseo por el riesgo y capacidad de abstracción.

 
          Por lo cual un profesor que pretenda formar profesionales creativos debería poseer un significativo grado de empatía para comprender cómo sus estudiantes ven el mundo e impulsar todo ese potencial transformador que poseen. Recuérdese que este tipo de pensamiento es divergente, amplio, transforma, produce muchas respuestas en una sola, es variable y, a la vez,  complejo. Depende de las estructuras o representaciones del mundo que cada uno maneje. Se dedica a explorar, organizar, reconocer, asociar, interpretar y aplicar (Cropley, 2001).

 
          Ante este panorama, Cropley (2001) propuso algunas categorías que muestran conductas relacionadas con el pensamiento creativo, esto le permitió generar un listado de comportamientos que los profesores deberían desarrollar para fomentar la creatividad de sus alumnos en la clase:
  1. Animar a los estudiantes a que aprendan independientemente
  2. Promover un estilo social de aprendizaje colaborativo
  3. Motivar a los alumnos para que dominen objetivamente el conocimiento, para que tengan una base sólida divergente
  4. Postergar juicios e ideas de los estudiantes, hasta que estos hayan sido minuciosamente analizados y claramente formulados
  5. Estimular el pensamiento flexible
  6. Promover la autoevaluación en los estudiantes
  7. Considerar con seriedad las sugerencias y preguntas de los alumnos
  8. Ofrecer a los estudiantes las oportunidades de trabajar con una amplia variedad de materiales y bajo distintas condiciones
  9. Ayudar a los estudiantes a aprender a superar el fracaso y la frustración

 
          Queda claro que es imprescindible crear una pedagogía en donde la creatividad sea uno de sus fines principales en donde la novedad (alejarse de de lo familiar), la efectividad (lograr algún propósito) y la ética (ofrecer fines positivos para la humanidad) sean factores recurrentes dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Mas se requiere el compromiso de los docentes para plasmar este tipo de enseñanza pues si bien existen los docentes quienes ven la pertinencia de ser creativos y de fomentar la creatividad en las aulas, algunos no la aplican o, como señala Cropley (2001) no existe la formación pedagógica que promueva un aprendizaje significativo, por lo tanto, llama la atención sobre la formación del profesor como variable esencialmente relevante para alcanzar objetivos que los programas presentan respecto de los estudiantes.

 
          De ahí que el docente tenga la gran responsabilidad de llevar a cabo estrategias que estimulen la creatividad en los estudiantes por ejemplo el uso del humor para generar un ambiente de fluidez y confianza. También el uso de preguntas las cuales les permite a los estudiantes el formular cuestionamientos lógicos y prácticos mediante una manera diferente de expresar la información y el uso de  mapas conceptuales que permiten crear asociaciones que servirán como punto de partida para desarrollar las ideas.

 
          Definitivamente si ya desde Platón se viene proponiendo el tema de la creatividad, con más razón en este siglo de cambios sustanciales en el ámbito educativo ante metodologías más constructivistas, se hace necesario que en esta época del conocimiento la creatividad sea un tema perenne y accesible en la educación.

 



Referencia
 
Cropley, A. (2001). Creativity in Education & Learning. http://bb9.ulacit.ac.cr/bbcswebdav/courses/2C-021005G1/Creativity%281%29.pdf


 
 
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          En el siguiente enlace hay información importante sobre el pensamiento creativo: http://manuelgross.bligoo.com/content/view/1070461/El-Pensamiento-Creativo-Creatividad-procesos-estrategias-y-herramientas.html
 

 

viernes, 8 de junio de 2012

Artículo

La Nación / Foro
08 / 06 / 2012 
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La suerte está echada...

§       Si ya diversos centros educativos están apostando al cambio de paradigma educativo, ¿por qué no hacer de la motivación un permanente mecanismo que alimente el proceso de enseñanza y aprendizaje universitario?...
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Carlos Díaz Chavarría
Profesor universitario, comentarista del programa Panorama de Canara

         De acuerdo con el estudio Salud y estrés laboral del 2010, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se determinó que en los centros de trabajo la motivación es parte primordial de las estrategias de productividad debido a que mantiene a los trabajadores más contentos, ahora bien, si la motivación brindada a los empleados ha sido, desde el siglo XX, una de las principales responsables de aumentar la productividad en el ámbito laboral, sería conveniente plantearse ¿por qué no intentar aplicarla, también, en el ámbito educativo universitario costarricense?...
          Esto ante la premisa de que si muchos docentes y autoridades educativas, en reiteradas ocasiones, han manifestado que gran parte de la deserción se debe, precisamente, a que los estudiantes se encuentran en ambientes de enseñanza y aprendizaje procedentes de un sistema educativo tradicional los cuales, muchas veces, no estimulan su interés por el estudio pues en el aula imperan las imposiciones, las verdades absolutas, la falta de creatividad, la memorización, la poca interacción, la carencia de exposición de ideas o la falta de autonomía o de empatía, entonces los centros educativos universitarios deberían apostar por los cambios correspondientes que incentiven y faciliten en los estudiantes una patente motivación por lograr metas que los satisfagan y les permitan el logro de una autorrealización profesional y personal.
             Pues, definitivamente, en esta sociedad global del conocimiento, las universidades tanto públicas como privadas deben surgir a la vida con el signo del cambio, esto las compromete a asumir una misión académica congruente con las grandes innovaciones de nuestro tiempo, de ahí que les corresponda el rol estelar de formar estudiantes integrales, con una clara perspectiva intelectual, humanista y de liderazgo, que no se limite a brindar exclusivamente conocimientos, sino que se preocupe por inculcar valores y actitudes positivas ante la vida, en definitiva, un cuerpo estudiantil que, a partir de dichas competencias, se sienta motivado para alcanzar un aprendizaje que le sea significativo, más allá de estar preocupado por aprobar un curso.  
             Ante este panorama, la presidenta de la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica, Pamela Campos Brenes, comenta que es muy desestimulante cuando el docente asume que el alumno debe saberlo todo, llega de mal humor, comienza a regañar por cualquier detalle, a veces le grita a los estudiantes, no presta atención a las necesidades de sus alumnos, sólo se dedica a dictar o a hacer uso de lo memorístico, fomenta el temor, llega sin planificar las lecciones, toma una postura autoritaria en lugar de desarrollar técnicas creativas, innovadoras y una educación más cercana, más amigable, de mayor confianza con los estudiantes para que se sientan motivados a llegar a la clase por amor al aprendizaje y no por una simple obligación.
           De ahí que sea vital que los docentes, como principales agentes creadores de este cambio pedagógico y esenciales responsables del proceso de formación, desarrollen ambientes atractivos de aprendizaje los cuales sean flexibles para atender las diferencias individuales y grupales de los estudiantes, caracterizados por actividades lúdicas, innovadoras, retadoras y estimulantes como por ejemplo el uso de análisis de casos, videos, cine-foros, debates, mesas redondas, portafolios, diálogos socráticos, proyectos creativos, simulaciones, metáforas, mapas mentales o recursos tecnológicos, cuyo fin sea el predominio de la participación, la pasión, el compromiso, el positivismo, el fomento del pensamiento crítico, la cooperación y el autoaprendizaje.
          En donde, a partir de estrategias de enseñanza o evaluaciones bien planificadas, se forme un clima emocional basado en la confianza, la seguridad y la adaptación mutuas, se genere la libertad para que los alumnos se animen a preguntar y a cuestionar; además de evitar los comentarios negativos, la ansiedad, el exponer de manera burlista los errores de los estudiantes, ver, precisamente, en el error una fuente básica de aprendizaje, se reconozca abierta y públicamente el esfuerzo y los éxitos de los muchachos, se haga uso del humor, en fin, lograr que los alumnos se sientan tomados en cuenta pues de esta manera se perciben como protagonistas de su propio aprendizaje, tal y como lo expresa la psicóloga y doctora en educación, María Esther Flores Sandoval, el profesor que brinda autonomía promueve la motivación, y las personas con una motivación alta son más persistentes en sus tareas, por lo cual tienen mayor probabilidad de que alcancen sus metas y logren el éxito.
          Apostar por un cambio de paradigma. Señala un proverbio chino que “el éxito de las acciones educativas no parte solamente del hecho de la motivación mágica del profesor que dice lo que se debe hacer, sino de la motivación interior que mueva al mismo alumno a realizar lo que se le propone”. Así es, dicha motivación debe ser un trabajo conjunto, interactivo, comprometido y constante, tanta responsabilidad debe tener el docente de elaborar estrategias que motiven a los alumnos -de ser un provocador de éxito-, como los estudiantes quienes deben interiorizar, y vivir, el hecho de que el interés puede ser una buena herramienta para el triunfo educativo.
          Evidentemente para que se dé este cambio de paradigma educativo debe existir información, conciencia y voluntad para el cambio, como lo señala el Gerente de Desarrollo de Proyectos en Chile, Javier Martínez Aldanondo, “para cambiar hay que aprender y para aprender hay que cambiar”. Por eso sería interesante determinar ¿cuáles son las concepciones que poseen los docentes sobre lo que es la motivación?, ¿cómo la están implementando o la implementarían?, ¿de qué manera se está despertando el interés de los estudiantes por aprender la materia?, ¿qué estrategias se llevarán a cabo para despertar el gusto por aprender y cumplir con las respectivas demandas académicas?, ¿realmente se estará logrando la buena disposición, el trabajo activo, la mentalidad positiva o el rompimiento de la monotonía?…, pues estos planteamientos son vitales en la medida en que si se aumenta la motivación en las aulas pueden verse beneficiados tanto los docentes, quienes van a contar con un ambiente laboral más tranquilo y satisfactorio, como los alumnos quienes podrán disfrutar lecciones más gratas y lograr la eficiencia de su aprendizaje.
          Por ejemplo, de acuerdo con la opinión del Decano del Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional, Enrique Mata, desde que los docentes de dicha institución comenzaron a implementar en sus lecciones estrategias con mayor dinamismo se ha incrementado el rendimiento académico, el interés de los muchachos por participar más activa e independientemente en su aprendizaje, la responsabilidad académica y social de ellos, se ha disminuido la deserción y los docentes ahora se sienten con menos presión y más entusiasmo. Entonces, si ya diversos centros educativos como la Universidad Nacional o la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, están apostando al cambio de paradigma educativo, y se están logrando importantes avances en materia de aprendizaje al plasmar una enseñanza que, como expresara el docente Francisco García Bacete, más allá de buscar poseer capacidades lo que trata es de saber cómo utilizarlas, valga reiterar, ¿por qué no hacer de la motivación un permanente mecanismo que alimente el proceso de enseñanza y aprendizaje universitario?...
          La idea es abocarse a innovaciones educativas y ver en la motivación esa trascendental oportunidad para hacer del accionar educativo un ámbito más humanista, intelectual, creativo, pensante y sensible. Se trata de educar para la profesión, el empleo, la ciudadanía, la vida, en fin, para un aprendizaje más significativo, para el autodesarrollo, o en palabras de Maslow, para la auto-actualización con el fin de que los estudiantes alcancen su máximo potencial de crecimiento como humanos. Además se debe considerar que estudiantes más motivados académicamente resultan más provechosos para el desarrollo social del país en la medida de que brinda la enseñanza de valores superiores como la empatía, el respeto, la entereza, la perseverancia y la autoconfianza, fomenta la toma de decisiones, conlleva la libertad de pensamiento y el desarrollo de individuos tanto creativos como críticos capaces de conocer y valorar la realidad en la cual se desenvuelven y de comprender el significado de sus labores y acciones en dicho contexto.
          En este sentido, por ejemplo, el ex presidente del Gobierno Estudiantil de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, Fabián Valenciano Góngora, indica que "en una sociedad tan competitiva, más allá de la adquisición de títulos, se requieren jóvenes emprendedores, ávidos de información y espíritu investigativo, capaces de asumir retos, y para ello la motivación es el motor que impulsa grandes cambios educativos".
Por lo tanto, los diversos actores sociales, en especial los docentes quienes tienen el gran honor, pero la manifiesta responsabilidad de estar formando humanos, deben plantearse si desean ser quienes por desconocimiento, apatía o conformismo se empeñan en transitar por los caminos de una enseñanza ortodoxa, memorística y que puede conducir a la desmotivación, o, por el contrario, de aquellos quienes procurando el bienestar, desarrollo y satisfacción de los estudiantes buscan, sienten y quieren establecer la motivación como un proceso de cambio en favor de la excelencia del ámbito educativo... Como dijera el político romano Julio César, “alea iacta est” -la suerte está echada-, de nosotros depende, entonces, el camino por donde deseamos transitar…

amacali29@yahoo.com
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